Las bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, a 70 años de ser arrojadas por aviones de Estados Unidos, con su estela de centenares de miles de muertos y daños a las generaciones posteriores por efectos de su radiación, hoy ameritan ser recordadas con pena y repulsa. La humanidad, cometió uno de los actos más vergonzantes que puede haber cometido una nación sobre otra, bajo la insólita bandera de la paz.