
En esta nota –publicada en la edición impresa 281 de diciembre de 2010- de Tiempo del Este y escrita por Roberto Mercado- recordamos a uno de los más ricos e importantes autores que dio la Región. Cantó y compuso durante más de 40 años -suya es, por ejemplo, la tonada “Aquellos dos pensamientos”-, que cantó por las huellas de Santa Rosa antes de sonar en las carreteras de la región mientras fue capataz de Vialidad. Además, es autor del gato “Los tres cuyanos” y dejó más de 200 composiciones como legado. En Marzo pasado, se cumplieron 35 años del fallecimiento de Ranulfo Coria. El 27 de mayo, hubiese cumplido 107 años.
Hace unos 5 años atrás se me encargó realizar y dirigir en el Festival Nacional de la Tonada un homenaje a Los Cantores Populares más sobresalientes de la Región Este. La elección tuvo su trabajo, pero fue decantando en determinados nombres que se impusieron por su propio peso. Por La Paz don Félix Dardo Palorma, por Rivadavia Los Trovadores del Este, por San Martín el dúo Casciani – Barrionuevo, por Junín don Glicerio Ortiz Ponce y por Santa Rosa don Ranulfo Coria. De los cuatro primeros tanto en estas páginas como en algunos libros donde aporté algún trabajo, estuvieron presentes. Tal vez la deuda estaba con este inmenso trovador santarrosino. La razón: la ignorancia de la magnitud de su obra. Tras la insistencia del director de Tiempo del Este, en este número saldaremos en parte ese error.
En una larga charla con uno de sus hijos, Juan Ranulfo, extractamos una vida dedicada a la creación y difusión de la música criolla cuyana. Nacido en la calle La Legua de Medrano, Junín fue integrante de una familia numerosa, de hecho fue el anteúltimo de los 16 hijos que tuvieron sus padres. Después de vivir en distintos lugares de la provincia, incluso fuera de ella también, recaló en Santa Rosa donde echó raíces por casi 30 años.
El arriero va
Uno de sus primeros trabajos fue de arriero. Cruzaban ganado para Chile, incluso integró la expedición que rescató a los famosos 17 arrieros que se perdieron en la cordillera. Tal vez, y sin saberlo, junto con el paso de animales al vecino país estaba asistiendo a una de las Universidades más importantes, la de viajar de un lado a otro, la de observar y escuchar la vida misma en cada lugar por el que andaba. Es en esta actividad en la que comienza a realizar una de sus actividades preferidas, la de recopilar y rescatar del olvido canciones anónimas e historias populares que con el tiempo nutrió su obra. Con algunas de esas historias colaboró con don Juan Draghi Lucero para su libro “Andanzas cuyanas”.
Ya de chico se hizo amigo de la guitarra, aunque no fuera del agrado de su padre. Sus conocimientos musicales, las vivencias recogidas de tanto andar y la paz del pueblo de Santa Rosa fueron los elementos ideales para echar a volar su creatividad. Más de 200 obras compuestas en letra y música. Se valía de un grabador y de un cuaderno donde iba dejando las melodías y los versos que brotaban de ese manantial inagotable que le dio la vida. De ellas, 61 inscriptas en SADAIC con su nombre, como principal registrante, y con el seudónimo de El Arriero Policarpo como alternativa. Toda una metáfora.
La Calandria Prisionera
Tal vez la tonada La Calandria Prisionera sea la creación más popular de don Ranulfo. Esta maravillosa canción, dedicada a su hija mayor Dolores, encontró en la voz de la inmensa cantora lavallina Juanita Vera el canal ideal para transformarse en un himno cuyano. La historia que cuenta surge de la vida real. Tras los celos de su yerno por la repercusión que tenía Dolores cuando cantaba, y como una forma de gastarle una broma, ve en su hija a un ave que no podía desarrollar su canto, prisionera de un amor.
El cogollo de esta tonada fue lo último que escribió en su lecho de enfermo y a muy pocos días de morir. Tal vez, en esa dedicatoria dejó su despedida en versos
La calandria prisionera (tonada)
Fui la calandria cantora
que canté mis trinos suaves,
en compañía de otras aves,
canté mis dichas y glorias,
no se borra en mi memoria
cuando solita vivía,
ninguna pena sentía
en mi vida placentera:
hoy me encuentro prisionera
¡maldigo la suerte mía!
Con su expresión conquistó
mi corazón inocente
y caí tan débilmente
rendida de una pasión.
¡Maldigo aquel cazador!
que goza de mi desgracia
y mientras el tiempo pasa
me está matando el rigor,
por un cazador de amor
que me tiene prisionera.
Voy a brindar estas flores
del jardín de mi pasión,
en ellas va el corazón
esparciendo sus amores.
Quiero rendir los honores,
que la mente me ilumina,
por eso mi alma se inclina
con sentimiento profundo
¡Vivan las madres del mundo
y nuestra madre Argentina!
Escuchá acá la tonada «La calandria prisionera»
“La tonada” de Juanita Vera
Consultada la máxima figura femenina del canto cuyano, de los últimos tiempos, Juanita Vera nos contó: “Fue casual cómo me encontré con esa tonada. Estaba por grabar un nuevo disco y no hallaba una que me gustara, que la sintiera. José “el Zurdo” Coria me acompañaba instrumentalmente, en esa época, y me comentó de “La Calandria Prisionera” de su padre. Cuando la escuché me sentí inmediatamente identificada. Son de esas que te quedan justa. A partir de allí la tonada y yo no nos pudimos separar jamás. Si no la canto, tengo problemas”.
Sin reconocimiento
Una de sus penas fue no haber sido reconocido. Si bien adquirió notoriedad como autor y compositor y, salvo sus incontables actuaciones en radio, único escenario posible de aquellos años, se consideraba algo olvidado.
Don Ranulfo Coria hizo camino al andar y en la huella dejó su vida hecha canción. En ella no cabe ningún manto de olvido.
Su familia
Nació el 27 de mayo de 1913 y murió el 2 de marzo de 1985. Se casó con Lilia Arias y de esa unión nacieron 10 hijos: Dolores (La Calandria Prisionera), Tristán, César, Lalo, Bety, José Santos (fallecido), Julio, José Agustín (el Zurdo), Juan Ranulfo y Eduardo. Casi todos sus hijos tuvieron inclinaciones artísticas. Varios se dedican en la actualidad a la música y otros a las artesanías o la poesía. Hoy, sus retoños agrupados en el conjunto “Los Cantores de la Carrodilla”, son un digno legado de su padre.
Su nombre
Ranulfo Coria siempre contaba que, cuando era chico, se dio cuenta de que odiaba a su nombre. Pero después terminó amando a su nombre, a tal punto que bautizó a uno de sus hijos, Juan Ranulfo, pues lo consideraba un nombre artístico y de mucha personalidad.
El artesano
Era un magnífico artesano en cuero. Le gustaba hacer todo el proceso, desde salar los cueros, secarlos al sol, cortar tiras muy finas y trenzarlos de manera perfecta. Todo lo que tenía su montura era trabajado por él. Su gran universidad fue su época de arriero. Le gustaba mucho las artesanías gauchas.
El payador
Supo protagonizar con el Payador Sancarlino, un reconocido programa radial, que se emitió por LV8 Libertador y Radio Nacional, donde ambos rivalizaban a fuerza de improvisaciones y contrapuntos, y supieron granjearse una fiel audiencia.
Por Roberto Mercado
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