Juan Godoy (85) el nativo de la calle Sarmiento, en Junín, supo acompañar a los músicos y cantores populares de la zona este de Mendoza. Aún es recordado como un gran recitador y bailarín de tango, donde alumbró con su talento las noches serenateras mendocinas. Hoy está radicado en Córdoba.
Radicado desde hace algunos años en la turística Mina Clavero, donde tiene un emprendimiento inmobiliario con su señora, Tiempo del Este lo buscó y lo encontró a principios de otoño en su domicilio céntrico de aquella localidad serrana, donde se prestó a un amable diálogo.
“El Negro” como le dicen sus amigos, hoy se recupera de algunas secuelas que le dejó el COVID-19 y extraña a San Martín, donde estuvo afincado hasta hace 5 años. Es hermano del recordado ciclista juninense, Ricardo Godoy, campeón mendocino de resistencia y que se destacó en las temporadas ruteras de los años 60 y 70.
Hijo de Segundo Moisés Godoy y de Virginia Gablosky, tuvo 6 hermanos: Gilberto, Marta, Oscar, Roque, Juan y Ricardo. Su padre que trabajaba como herrero, falleció a la edad de 33 años, y su madre, de 31 asumió con decisión la crianza de sus hijos.
Desde chico tuvo que trabajar para ayudar a Virginia en la crianza de sus hermanos, y fue albañil y luego constructor. Pero también se hizo tiempo para tener su experiencia en el boxeo, en el que llegó a disputar peleas como amateur.
Desde hace muchos años, más de 40, que Juan está en pareja con Teresa Mabel Vizaguirre, una sanmartiniana con quien se casó en la iglesia de Cura Brochero. “Ella me sacó de la huella”, reconoce el poeta, quien dejó la noche y la música por la armonía del hogar. Y aunque no tuvo hijos naturales si le gusta resaltar que “yo tengo un hijo del corazón, Fabián Alberto Falconi, a quien le tengo un inmenso cariño y una hija del corazón, Vanesa Falconi”.
Admirador de Carlos Gardel, al que considera el más grande de los cantores de tango, Juan dice que “luego viene el resto”. Pero también tiene un gran respeto por Julio Sosa, con quien –evoca orgulloso- compartió una cena a principio de los años 60 en la Casa Italia, de Rivadavia poco antes de morir el intérprete uruguayo.
“Tengo muchos amigos en la zona Este, pero deseo enviarle un saludo a Florio, al Negro Herrera y a mi compadre Gargiulo. A todos ellos, y a todos los guitarreros, no me gustaría olvidarme de ninguno”, expresa en su relato.
Hasta hace poco y para despuntar el vicio, solía bailar tango con Teresa en las fiestas populares que se hacían en la plaza de Cura Brochero. “Cuando terminaba la música y sentía el aplauso de la gente, yo ya me daba por bien pago”, manifiesta con satisfacción.
Con el valle de Traslasierra a sus espaldas, hoy, Juan, su esposa Teresa y su suegra Olga Ortega, residen en San Martín al 400 de Mina Clavero, pero en sus pensamientos siempre está San Martín, de Mendoza. “He dejado buena parte de mi vida en San Martín, de quien tengo maravillosos recuerdos. Ahora estamos en este lugar, que también es hermoso y con vecinos muy buenos”.
Con su pluma y su palabra, Juan Godoy honra a su tocayo y primer gran poeta popular que tuvo Mendoza, Juan Gualberto Godoy (1793-1836). Pero ha bebido de las fuentes de Yamandú Rodríguez, Héctor Gagliardi o Boris Eltsin. Esa riqueza en el recitado, le valió compartir escenarios con Gerardo López (Los Fronterizos) o con el recordado folclorista Alfredo Barrionuevo.
De los varios poemas que escribió Juan, y del que grabó un CD, uno de ellos se lo dedicó a “La Piba”, así le llamaba a su madre Virginia, y con emoción se lo dedica a todos los que sienten ese amor sin límites que despiertan las madres:
El dolor
Me lloran los ojos
Caen las lágrimas por mi mejilla
Mojan mis dedos
Me embarga la tristeza.
Se acerca la nochebuena
Por eso tengo esa pena
Del rostro de aquella abuela
Que fue madre y también hija
Que ya no estará en la mesa
Con sus hijos queridos.
Por eso al Tata Dios le pido
Que me la tenga en la gloria
Que yo guardaré en mi memoria
El resto de mis días
Las caricias que yo sentía
Junto a mi madre querida.
¡Cuántos consejos me daba
Para que sea un hombre derecho!
Por eso siento en mi pecho
El dolor de no tenerla
Pero la vida es así
¡Cuántas noches buenas pasarán!
Pero no pierdo la esperanza
De tenerla otra vez
De sentir las caricias de nuevo
De mi querida “Piba” del alma
Por eso hermano, le pido,
Que juntemos nuestros corazones
Y en un brindis espiritual
Digamos todos juntos
¡Feliz nochebuena, mamá!
Autor: Juan Godoy