Hace algunos días, conmocionó la noticia del fallecimiento de Héctor Daniel Barrionuevo (50), conocido docente de Palmira que supo trabajar en varias escuelas de la Zona Este.
Daniel era hijo de una conocida familia palmirense y seguía el formato tradicional: su padre, Anacleto (+) era ferroviario y su madre, Gloria Vega (86) ama de casa. Era el tercero de sus otros hermanos, Mario, Jorge y Raúl.
Daniel hizo sus estudios primarios en la escuela Batalla de Maipú y Marcos Sastre, mientras que el ciclo secundario lo inició en la escuela Mosés Chade, de Alto Verde, a la par que activaba con los grupos católicos juveniles desde la Iglesia Inmacula Concepción, en Palmira, lo que le permitió afianzar su vocación y aquilatar numerosas amistades.
Llamado por la fe que sentía, estuvo durante algunos años en El Bermejo estudiando en el seminario arquidiócesano “Nuestra Señora del Rosario”. Con la obtención de su título de profesor de Filosofía, prefirió dedicarse a la docencia, aunque jamás decayó su fe cristiana.

Dio clases durante 20 años en colegios de La Paz, Santa Rosa, Junín, San Martín y Maipú. Un curso de Los Campamentos, Rivadavia, del cual se haría cargo tras las vacaciones invernales, no lo verá llegar con su portafolio marrón y su estilo desenfadado.
Cosechó muchos ahijados en todo este tiempo, que lo eligieron como padrino por considerar que era una persona en la que podían confiar y recibir afecto.
Admirador de Madonna y bailarín de folclore, pudo plasmar en esas vertientes tan opuestas el idilio con la música, un trampolín de diversión que le permitió granjear aún más amistades, mientras derrochaba amor por sus padres, lo que lo llevó a ejercer un tierno cuidado por ellos.
En paralelo, Daniel debió sobreponerse a algunas mermas físicas, pero que le hacían redoblar la apuesta para volver pronto a las escuelas para estar con “mis alumnos”, como él les llamaba. En un mensaje por el Día del Padre, había hecho una dedicatoria a amigos y hermanos: “Valoro y admiro su dedicación por sus hijos. Feliz día, Viejito”, y un premonitorio mensaje “para los que están, para los que ya se fueron y para los que están por venir”.

En oportunidad de los 50 años que la escuela “Moisés Julio Chade” celebró en junio pasado, escribió: “Gracias compañeros y amigos de la vida porque después de tantos años revivimos las risas, las anécdotas y la complicidad que nos une”, en fotos donde aparecía sonriente y lleno de ternura.
Por eso no extrañó que a su sepelio concurriesen docentes, vecinos, familiares y delegaciones de alumnos que buscaron despedir “al Profe Daniel”, cuando lo sorprendió un infarto que le produjo su deceso en la mañana del jueves 7 de julio, mientras desayunaba para irse a dar clases.
En los últimos 3 años y luego del fallecimiento de su padre, Daniel estaba a cargo de su madre, tarea que ejerció irrenunciablemente con el cariño que solo un hijo puede tener. Si bien Dani no tuvo hijos, eso pareció no ser una falta, sino una virtud de amor que volcó a sus sobrinos Marita, Rocío, Jorge, Alma, Lucas, Franco, Luciano y Juliana, hermanos y madre.
Incondicional de Rosa Incendio, Juan Díaz, Marcelo Impellizieri, Anabel Suarez, Ricardo Encina y Roque Ovejero, entre tantos otros, Daniel tenía empatía con un heterogéneo grupo de amigos que lo acompañaron en su despedida final.

Numerosas personas le dedicaron un mensaje de adiós a través de redes sociales. Susana Marios lo despidió: “Te fuiste sin despedirte, en silencio,prudente y sin molestar. Siempre te preocupaste por los demás antes que por ti mismo. Dejaste un maravilloso legado: servicio, honestidad, amor al prójimo… Voy a extrañarte mucho, Dani, pero doy gracias a Dios por haberme permitido estar en tu vida y compartir mucho de la mía”.
“Aquí quedaron tus chicos de 5°1° sin el profe de Filosofía, al que tanto querían. Y yo me quedaré con el mejor recuerdo de tu persona, siempre respetuoso, generoso, noble. Me quedo con las charlas de a ratitos que teníamos o los momentos compartidos con los chicos. ¡Gracias por tu amistad y por todo lo que diste Dani!”, expresó Mariana Flores. Mientras que Rosario Díaz manifestó: “Se fue al cielo mi primer amiguito palmirense. Cuántos recuerdos compartimos el último día que charlamos. Que dolor inmenso perderte mi querido amigo”,
Desde su inquebrantable fe, Daniel Barrionuevo superó escollos de salud que lo atacaron desde su juventud, hasta que su vida se apagó, en la mañana del jueves 7 de julio. Queda el recuerdo de un ser especial que amó a la Mendoza de las montañas, de los desiertos y las vides, honró a su familia, a sus creencias y no olvidó jamás a sus amigos.