A un año de la partida del notable poeta, Tiempo del Este reunió los testimonios de artistas fundamentales en su vida para homenajearlo
* Por Roberto Mercado (romercado1962@yahoo.com.ar)
“Hermano, dame tu mano, vamos juntos a buscar una cosa pequeñita que se llama libertad. Esta es la hora primera, este es el justo lugar, abre la puerta que afuera la tierra no aguanta más…”, convocaba el notable poeta nacido en Zavalla, Santa Fe, pero mendocino por adopción, Jorge Sosa. E inmediatamente se fueron sumando amigos a la causa, a su causa de poemas, canciones, radio y televisión. Hoy, a un año de su partida, 4 de ellos nos dejan sus testimonios y recuerdos imborrables.
Damián Sánchez
“Cuando pienso en Jorge Sosa, pienso en la alegría de haber estado con él. No lo siento con pena. La tristeza viene porque no podemos compartir físicamente o seguir componiendo, pero nada más que eso, ya que sigue estando conmigo, juntos, porque que la canción Tonada de otoño que compusimos, es la que nos hizo y nos hace feliz”.
“Con Jorge nos conocimos en 1971, año en el que volví a Mendoza a continuar los estudios de violoncelo y director de coro. Aquí formé, en primer instancia, un grupo de cámara que se llamó Canturía, y entre la gente que se acercó estaba él. Me entregó una carpeta que decía poesías, o algo así, que todavía la conservo, en la que había una gran cantidad de poemas. La primera que apareció y musicalicé, en menos de un mes, fue Marrón. Esa fue la primera vez, donde uno sabe que se encuentra con un par, más que con un amigo, alguien con quien se puede compatibilizar en la poesía y en la música.”
“Yo tengo la impresión de un hombre completo, muy inteligente, muy claro y uno de los poetas más notables de nuestro país, donde tenía la palabra precisa, justa, para decirlas con el sentido más apropiado de su mente, de su pensamiento, de su lenguaje. Jorge Sosa es uno de los poetas ejemplares, no solamente por eso, sino también por el ideario, por el pensamiento, por la propuesta que a través de él lleva al ascenso del hombre. Jorge tenía paz y justicia en su poesía y yo tengo un gran orgullo en hablar y decir lo que digo, porque Jorge Sosa es un poeta, que si bien nació en Zavalla, es un mendocino que hay que recordarlo y tenerlo presente siempre, porque él lo está”.
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Continúa diciendo Jorge: “Mira adelante, hermano, es tu tierra la que espera, sin distancias ni fronteras, que pongas alta la mano. Que el clamor americano le baje pronto la mano al señor de las cadenas…”.
Pocho Sosa
“Conocí a Jorge hace 60 años. Era un flaquito que vino a estudiar Ingeniería en petróleo. Estuvo 2 años en San Juan y volvió. Yo vivía en lo que, en aquellos años, se llamaba Callejón Ortiz donde jugábamos a la pelota, porque era calle de tierra y por donde solía pasar. Un día lo invitamos a jugar preguntándole de qué jugaba, y nos dijo: de arquero.
Ahí empezó nuestra relación, años en los que yo comenzaba a guitarrear en los cumpleaños y asados. Inmediatamente fuimos amigos, hasta que apareció la tercera pata de esa amistad que fue Damián Sánchez.
Ellos empezaron a componer canciones, ya que Damián se enamoró de las poesías que escribía Jorge, a lo que me sumé siendo su cantor. Del 71 al 73 me radiqué en Buenos Aires donde hice conocer todas esas obras que ellos iban creando. Un par de ellas como Marrón y Hermano dame tu mano, las grabó Mercedes Sosa.
Fuimos amigos, esa palabra tan grande que se escribe con la sangre del corazón, de Armando Tejada Gómez, Tito Francia, Chalo Sedero, Eduardo Aragón, Luis Leal, entre otros, los creadores del Nuevo Cancionero.
Jorge era un tipo impresionante. Un gran artista, muy difícil de sustituir por todas esas facetas. Una vez Daniel Vila nos convocó para ir a Radio Nihuil. Allí, junto a otros genios como Milka Durán, Carlos Romairone, Alberto Beato, entre otros, nacieron esas famosas novelas de teatro que hacía con humor.
Yo he perdido un hermano de vida, canto, poseía, asados, vinos y humor. Lo llevaré siempre en mi corazón porque fue y será un hermano, y también sé que algún día nos volveremos a encontrar”.
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Vuelve el poeta: “Hermano, dame tu sangre, dame tu frío y tu pan. Dame tu mano hecha puño que no necesito más. Esta es la hora primera, este es el justo lugar, con tu mano y con mi mano, hermano, empecemos ya…”.
Carlos Romairone
“Tengo tantas cosas lindas para hablar del Jorge, un tipo talentoso, amplio, porque podía escribir cosas maravillosas, sentidas, emocionantes, como su himno Otoño en Mendoza y en el humor, ni hablar, porque era chispeante, inteligente e irónico.
Lo conocí cuando llegó a Radio Nihuil, allá por los años 89 o 90, donde yo ya trabajaba. Era muy generoso, tremendamente generoso. Un hombre de dar, de enseñarte como me enseñó, abriéndome las puertas para yo también poder andar en el humor y que tanto lo agradezco.
Lo llevo siempre en el corazón, porque las personas como él no mueren y en el recuerdo siempre van a vivir”.
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Y en la invitación final el Sosa nos desafía: “Mira adelante, hermano, en esta hora primera. Y apretar bien tu bandera, cerrando fuerte la mano. Y apretada tu bandera, cerrando fuerte la mano, con el puño americano le marque el rostro al tirano y el dolor se quede afuera…”
Nene Ávalos
“En estos días se cumple un año de la partida de Jorge Sosa y para recordarlo habría que recorrer un largo camino, porque cuando él llegó a Mendoza a estudiar Ingeniería en petróleo, ingresó, casi inmediatamente, al Coro Universitario donde nos conocimos y se integró a una barra bastante grande, donde el humor, las guitarreadas y demás eran cosas frecuentes.
Allí ya uno veía esa vena artística, poética y humorística que lo caracterizó a lo largo de su vida.
Él se integró rápidamente a su condición de mendocino adoptado y desarrolló aquí una gran cantidad de actividades, muchas de las cuales tuve la suerte de compartir, reitero, como el Coro Universitario, luego la aventura que fue Canturía, después Markama, desde lo artístico, pero también de lo radial, porque Jorge empezó a través de Huarpe publicidad y apoyándose en gente de mucho talento, como Milka Durán, Tito Valverde y demás, a generar esos programas de humor que fueron furor en la radiofonía mendocina.
Luego me volvió a convocar para ayudarle a escribir sketch de humor y compartir el aire de la radio.
Jorge ha sido una referencia para muchos, por lo artístico, por lo humano y por esa creatividad inagotable que hacía que pudiera escribir uno o dos monólogos por día con una variedad y un manejo del humor, de la ironía y de la actualidad sorprendente”.
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Y en un coro final, Jorge Sosa y sus amigos se quedaron cantando: “Métale a la marcha, métale al tambor, métale que traigo un pueblo en mi voz. Métale a la marcha, métale al tambor, métale que viene la revolución”.