*Por Sofía Marlene Cárdenas (soberania.psiclica@gmail.com)
Según la OMS “la sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida… influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, políticos, económicos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales”
La sexualidad está presente durante todo el ciclo vital del ser humano y se encuentra en permanente proceso de transformación. Somos seres sexuados desde que nacemos y expresamos nuestra sexualidad a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones.
Esta expresión varía en nuestras etapas vitales, por ejemplo, de las infancias a la pubertades/adolescencias, o de la adultez a la vejez.
A pesar de las definiciones… ¿Qué sucede en nuestro día a día?
A lo largo de la historia el concepto ha tenido variaciones y por años nuestra sexualidad ha estado reducida vulgarmente a la genitalidad, vulnerando los derechos humanos, con tabúes y desinformación, y dejando de lado un mundo extenso que traspasa lo físicamente visible.
Estos tabúes (que por cierto, son un montón) han llevado a pensar la sexualidad como sinónimo de sexo, y al sexo como equivalente al coito. Generalmente, asociamos estas palabras como si fueran lo mismo, transformándolas en una especie de recetario con un paso a paso a seguir.
Desmitificando esto: hablar de sexualidad no es limitarnos a hablar de coito y reproducción. La sexualidad es una expresión, que tiene que ver con el deseo y el placer, pero también con nuestra identidad. Identidad que se construye a partir de lo que pensamos sobre nosotros, nosotras, nosotrxs: cómo nos vemos, actuamos, quiénes nos atraen, qué nos gusta, etc.
Hay tantas sexualidades como personas en el mundo, y un paso hacia el bienestar es hablar de ello: por esto, como profesionales de la salud es imprescindible comprender que la salud sexual forma parte de nuestra salud mental.
*La autora de la nota es educadora, psicóloga y sexóloga (MP 4232).