*Por Sofía Marlene Cárdenas (soberania.psiclica@gmail.com)
Hablar de sexualidad también implica saber que los derechos sexuales y/o reproductivos forman parte de los derechos humanos.
Para vivir una sexualidad saludable es necesario pensarla como un espacio de derechos. Un espacio en donde se impulse, proteja y respeten los derechos de todas las personas a una vida sexual y/o reproductiva segura, respetuosa y placentera, en un marco de no discriminación.
Estos derechos están establecidos y reconocidos por medio de tratados internacionales y leyes nacionales. Por ende, el Estado y la sociedad deben garantizarlos y respetarlos en todas las personas.
Por ejemplo, creado a partir de la ley nacional N° 25.673, en Argentina existe el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación responsable, que reconoce el derecho a la salud sexual, incluyendo la posibilidad de desarrollar una vida sexual gratificante y sin coerción, así como prevenir embarazos no planificados. Además, reconoce el acceso a información, métodos y prestaciones de servicios, así como el acceso gratuito a métodos anticonceptivos.
Pensar nuestros derechos sexuales no es pensar solamente en cuidados, sino también en la posibilidad que tenemos como seres humanos de disfrutar y decidir.
Estos derechos giran en torno a:
- Disfrutar el cuerpo: tener una vida sexual saludable, sin presiones violencias, ni discriminaciones
- Acceder a información y atención, con respeto y confidencialidad
- Recibir atención gratuita e integral de la salud sexual y/o reproductiva
- Acceder a la interrupción voluntaria de un embarazo
- Vivir la identidad de género y la orientación sexual libremente
- Poder elegir si tener o no hijos/as/xs, con quien, cuantos y cuando tenerlos
- Elegir y recibir métodos anticonceptivos de manera gratuita en hospitales, centros de salud, obras sociales y prepagas
- Acceder a tratamientos de reproducción asistida; de modificación corporal de acuerdo a la ley de identidad de género; de prevención y diagnóstico de ITS, etc.
- Recibir atención médica respetuosa y confiable
Nuestra salud mental y sexual se influyen mutuamente. Nuestra manera de vivir, sentir y experimentar la sexualidad afecta en nuestras creencias, relaciones, autoestima, bienestar, etc. Por esto, conocer y luchar por nuestros derechos nos ayuda a comprendernos, respetarnos y disfrutar de una sexualidad plena.
*La autora de la nota es educadora, psicóloga y sexóloga (MP 4232).