Después de más de 8 años, el guitarrista mendocino brindó su arte en La Guarida del Celebrante.
* Por Roberto Mercado (romercado1962@yahoo.com.ar)
“Cuando yo vuelvo de madrugada y he navegado los horizontes del canal, sueño que sueño, que soy tonada. Vengan a verme, yo soy Mendoza, y hace mil años que estoy regando este cantar. Del agua clara, sube la rosa…”, canta el poema de Armando Tejada Gómez en la Cueca del tomero. Y precisamente el autor de la música, Daniel Talquenca, volvió un día a pisar un escenario para compartir su virtuosismo en la guitarra, su canto, sus anécdotas creativas y su particular humor. Y fuimos a verlo a La Guarida del Celebrante y nos volvimos a emocionar.
Rubén Giménez, el anfitrión de ese templo de la cuyanía, fue quien lo sorprendió un día al decirle que tenía el domingo 13 de noviembre para que volviera a tocar y cantar, a lo que el compositor mendocino no pudo negarse y sin pensarlo dijo: sí.
El repaso por su obra y algunos clásicos fueron sucediéndose en un clima de misa cuyana, llevando a todos los presentes a un estado de emoción pura, pero también de agradecimiento a la vida misma que le volvía a dar la oportunidad de estar otra vez en su lugar en el mundo, el escenario.
Daniel agradeció una y otra vez la emoción del momento. El público presente, también.
De religión cuyana y cancionera
Talquenca ha basado su trabajo desde la provincia misma, yendo a la raíz, de donde abrevó para dar sustancia a una obra que ya es parte fundamental de la identidad mendocina.
“La música es una religión para mí, y principalmente en la defensa de lo regional. Yo compongo pensando en Mendoza, porque no es lo mismo decir el nombre solo de la provincia, sino: Mendoza, la que acunó la libertad; o Mendoza, la del Aconcagua.
Cuando he viajado con Guitarras del mundo, por ejemplo, al ser presentado como argentino me ligaban inmediatamente al tango, pero yo decía no, yo vengo de la zona de Cuyo, de Mendoza, a 200 kilómetros del Aconcagua, y les mostraba toda nuestra riqueza cultural. Por eso de Mendoza no me salgo y siempre llevo una tonada, vaya donde vaya”, sostiene Daniel.
En plena juventud, Daniel adhirió a uno de los movimientos artísticos más trascendentes de la provincia de Mendoza, El Nuevo Cancionero, y trabó una gran amistad y sociedad creativa con Armando Tejada Gómez.
“Uno de los puntos principales del Nuevo Cancionero fue hacer la música del país adentro, donde está la esencia más genuina. Cuando eso nacía, yo participaba de las Guitarreadas Crush, donde tuve la suerte de ganarla con la Chacarera del 55, en 1964, con 17 años de edad.
Yo fui a la presentación del manifiesto y no me dejaron entrar por ser menor de edad. Lo vi de afuera, pero me sumé inmediatamente”.
Hechura Huarpe
La herencia Huarpe del poeta y del compositor se iba a manifestar inmediatamente para dar paso a la creación, que entre tantas cosas, dejó obras como la Tonada larga para el país del sol. Así lo recuerda.
“En la peña La Tranquera, estando con Tito Barrientos, llega Armando y me pregunta: ¿qué tenés?. Le mostré una chacarera e inmediatamente me escribió el texto y me lo pasó. Le reclamé, le dije que se había equivocado porque no coincidía el texto con la música, y me dijo: -escúchame, ¿vos querés entrar en el Nuevo Cancionero?, pues ponele música a ese estribillo-. O sea, de eso se trataba, de darle otra vuelta a la creación y no quedarse”.
Todo eso se respiró en La Guarida el pasado domingo y fue una celebración total.
Daniel Talquenca volvió a pisar un escenario, y parafraseando a Tejada podemos decir que: trajo unas cuecas de las compuertas, húmedo a grillo, volvió cantando un cantar. Repartió el riego por las acequias de la canción pues es tomero, pastor del agua y la tonada, y porque canta en su sangre la antigua copla rural. Hechura a Huarpe, él es Talquenca.